Los extintores de CO2 se componen de propiedades cómo el dióxido de carbono, gases que los hacen idóneos para la extinción del fuego y la lucha contra incendios.
El CO2 es un gas que no es combustible y que no reacciona químicamente con otras sustancias por lo que puede ser utilizado para apagar distintos tipos de fuegos. Este permite ser comprimido dentro del extintor de incendios por lo que no es necesario ningún otro producto para descargarlo.
No es conductor de la electricidad, otra propiedad a la hora de tener que extinguir incendios con cargas eléctricas.
Tampoco dejan ningún tipo de residuo estos extintores, ahorrando la posterior limpieza de la zona a extinguir.
Este gas se transforma en líquido cuando es presionado y frío, hasta llegar a ser sólido si se sigue comprimiendo y enfriando, dando lugar al hielo seco.
Los efectos de la presión y la temperatura sobre el dióxido de carbono son los siguientes. Cuando aumentamos la temperatura y la presión la densidad de la fase de vapor aumenta mientras disminuye la de la fase de líquido.
Cuando se alcanzan los 31ºC las densidades de las fases de vapor y líquido se igualan.
Al reducir la temperatura a -75ºC es posible encontrar el CO2 en los tres estados; sólido, líquido y gaseoso, en equilibrio perfecto, por debajo de los -75ºC el dióxido de carbono solo existe en forma sólida y gaseosa. Se transforma en hielo seco a una temperatura de -79ºC.